sábado, 1 de octubre de 2016

Primer día de clase



Madre mía, qué nervios. Nervios y vergüenza. Me dijeron que el acto de inauguración era en el salón de actos. Al llegar he visto a un montón de gente ya sentada. (Qué jóvenes son todos)... Ainsss... Me entran ganas de dar media vuelta y salir de aquí.
Pero aquí estoy, así que no me he ido. Tal vez sea que nunca es tarde para seguir aprendiendo, y que tengo todo el derecho del mundo a estar aquí. ESTE ES MI MOMENTO.

Vamos subiendo a clase, qué difícil es cuando te sientes distinto. Voy pensando en cuánta gente pasa por esta sensación en peores circunstancias. Realmente no me puedo quejar.

La profesora nos va contando cosas, muchas cosas, ¿que sí tenemos dudas?... Si, un montón, ¡pero no seré yo quien las plantee hoy!. Vaya, me da la tos, ufff, un caramelo, sigue la tos, dichoso catarro, dichosos nervios... Ahora también me apetece salir de aquí. ¡Y qué hambre! Llevo años comiendo a la una, y ya es mi hora... Menos mal que enseguida terminamos.

“...”

Es el tercer día, las Jornadas de Acogida han cumplido su función, situarnos. La gente en la clase también ha ido situándose, empezamos a sentarnos con aquél o aquella con quien hemos congeniado.

Esto tiene buena pinta. Hay algunos nombres que ya no son desconocidos. Para mí ya tienen una historia por detrás.