Comienzo esta primera entrada, tomando prestado un texto de Eduardo Galeano, que en muchas ocasiones ha puesto palabras a sensaciones y pensamientos que muchos no lográbamos definir o al menos, no lo hacíamos con tanta poesía. Este texto me anima a descubrir y respetar la diversidad, la idiosincrasia de cada uno, y educar con la mirada puesta en hacer brillar fuertemente la luz interior de cada persona, luz única e irrepetible.
EL MUNDO
Un hombre del pueblo Neguá, en la costa de Colombia, pudo subir al alto cielo.
A la
vuelta, contó. Dijo que había contemplado, desde allá arriba, la vida humana. Y
dijo que somos un mar de fueguitos.
El mundo
es eso- reveló-. Un montón de gente, un mar de fueguitos.
Cada
persona brilla con luz propia entre todas las demás. No hay dos fuegos iguales.
Hay fuegos grandes y fuegos chicos y fuegos de todos los colores. Hay gente de
fuego sereno, que ni se entera del viento, y gente de fuego loco, que llena el
aire de chispas.
Algunos
fuegos, fuegos bobos, no alumbran ni queman; pero otros arden la vida con
tantas ganas que no se puede mirarlos sin parpadear, y quien se acerca, se
enciende.
(El
libro de los abrazos)
Galeano E. (1989), El libro de los abrazos. Latinoamérica: Siglo XXI.
lustración "Mi mar de fueguitos" de muxotepotolobat.com
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